miércoles, 26 de noviembre de 2008

El cazador en el bosque

AL bosque mío entro con raíces,con mi fecundidad: De dóndevienes?, me preguntauna hoja verde y ancha como un mapa.Yo no respondo. Allíes húmedo el terrenoy mis botas se clavan, buscan algo,golpean para que abran,pero la tierra calla.
Callará hasta que yo comience a sersubstancia muerta y viva, enredadera,feroz tronco del árbol erizadoo copa temblorosa.


Calla la tierra para que no sepansus nombres diferentes, ni su extendido idioma,calla porque trabajarecibiendo y naciendo:cuanto muere recogecomo una anciana hambrienta:todo se pudre en ella,hasta la sombra,el rayo,los duros esqueletos,el agua, la ceniza,todo se une al rocío,a la negra lloviznade la selva.


El mismo sol se pudrey el oro interrumpidoque le arrojacae en el saco de la selva y prontose fundió en la amalgama, se hizo harina,y su contribución resplandecientese oxidó como un arma abandonada.


Vengo a buscar raíces,las que hallaronel alimento mineral del bosque,la substanciatenaz, el cinc sombrío,el cobre venenoso.
Esa raíz debe nutrir mi sangre.


Otra encrespada, abajo,es parte poderosadel silencio,se impone como paso de reptil:avanza devorando,toca el agua, la bebe,y sube por el árbolla orden secreta:sombrío es el trabajopara que las estrellas sean verdes.

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